Todas las personas que presenten síntomas deben hacerse la prueba, en la medida de lo posible. Las personas que sean asintomáticas, pero que hayan estado en contacto estrecho con alguien que esté o pueda estar infectado, también pueden considerar la posibilidad de hacerse la prueba; consulta las directrices sanitarias locales y sigue sus indicaciones. 

Cuando una persona esté a la espera de los resultados de la prueba, debe permanecer aislada de los demás. Si la capacidad de realizar pruebas es limitada, las pruebas deberían reservarse en primer lugar para quienes corren mayor riesgo de infección, como el personal de salud, y las personas con mayor riesgo de presentar un cuadro grave, como las personas mayores, especialmente las que viven en residencias de mayores o en centros de atención de larga estancia.